Sobre la toxicidad del periodismo y su sospechosa cercanía con la literatura
El Club de Lectura del Colegio de Periodistas organizó un conversatorio entre cuatro periodistas escritores, o cuatro escritores periodistas, que no es lo mismo pero ¿es igual? A continuación resumen de algunas de las premisas que compartieron esa noche (el 24 de setiembre pasado) sobre ambos oficios.
Ana Beatriz Fernández González
¿Qué fue primero la gallina o el huevo? Pues el huevo, según la comunidad científica.
¿Qué fue primero el escritor o el periodista? ¿La periodista o la escritora?
La pregunta común y quizá no tan sencilla -o necesaria- de responder fue el punto de partida del conversatorio Del periodismo a la literatura en la época digital, organizado por el Colegio de Periodistas la recién pasada noche del miércoles 24 de septiembre.
En la actividad participaron los colegas Óscar Nuñez Olivas, Carlos Cortés, Marilyn Batista y Jorge Arturo Mora, periodistas y narradores que fueron interpelados por Lupita González a lo largo de dos horas y media de tertulia, con preguntas generadoras de reflexión, recuerdos, experiencias y anécdotas.
Los escritores también hicieron lectura de extractos de sus obras, cuestión que no es común para ellos -los narradores-, según comentó Cortés.
¿Qué sucede cuando se dejan de narrar hechos verificables para adentrarse en el relato emocional? ¿Cuáles verdades sólo se pueden decir mintiendo? ¿Qué hay que desaprender para narrar desde la subjetividad?
Con el fin de detenerse a dialogar en torno a estas inquietudes, González lanzó una misma pregunta para los cuatro:
En el paso del periodismo a la literatura: ¿Qué lo motivó a escribir libros más allá de la noticia? ¿Cómo fue la experiencia de su primer libro: miedos, desafíos, aprendizajes, sorpresas? ¿Qué busca el escritor que no buscaba el periodista?
La palabra fue dada primero a Cortés, quien sin dudar respondió que fue periodista después de ser escritor.
Cortés recordó que su padre compraba todos los diarios y semanarios nacionales, en cuenta los comunistas, así como revistas internacionales como Life Look, de fotoperiodismo, y Esquire. De dicho ambiente se nutrió.
“Mi literatura la hice a contrapelo del periodismo de la época que me parecía muy aburrido”, sentenció.
El cambio total para él fue con su primera novela Cruz de olvido (1999), resultado de una cierta visión periodística o documental del mundo.
El novelista y ensayista trajo a colación a Truman Capote y su novela A sangre fría para agregar que el escritor estadounidense creía que el periodismo opera en una línea horizontal y la literatura en una línea vertical y en ese cruce se encuentran.
Cortés, al concluir su reflexión sobre la pregunta lanzada, dijo que el periodismo reporteril es un poco tóxico, sin embargo, minutos antes reconoció que fue importante su lugar de privilegio como reportero durante la guerra civil de Centroamérica en los años ochenta, en que él y otros colegas, como Oscar Núñez y Juan Ramón Rojas, se situaron en los bordes de los conflictos bélicos para dar cuenta de ellos.
El autor de La guerra prometida y En clave de Luna, Oscar Núñez Olivas, señaló que no dio un paso del periodismo a la literatura, pues desde los tiempos del colegio estuvo enamorado de ambos oficios.
Nuñez cuenta que dirigía el periódico estudiantil Vértice en el Liceo de Costa Rica al tiempo que escribía poesía. “No debí ser tan malo en ninguna de las dos cosas porque gané un concurso de poesía intercolegial organizado por el Ministerio de Cultura y el director del Liceo me expulsó porque consideró que los contenidos del periódico eran muy subversivos”.
A pesar de que hasta hace poco abandonó el periodismo diario, reconoció que ambos oficios se reforzaron mutuamente: “Le debo al periodismo lo que soy como narrador literario”, aseveró.

En la gráfica, los periodistas y escritores Jorge Arturo Mora, Oscar Núñez Olivas, Carlos Cortés y Marilyn Batista.
Durante años, Núñez fue editor de cables noticiosos de la Agencia Francesas de Prensa (AFP) que llegaban del resto de Centroamérica, tarea que le fue dando un oficio y le fue ayudando a mejorar su producción literaria.
“Las obras iniciales fueron determinadas por mi profesión”, como son los casos de su primera novela El teatro circular, relacionada con las guerras civiles de los años ochentas en la región centroamericana.
Los gallos de San Esteban, por su parte, nació tras recibir un cable de Honduras que informaba sobre la conclusión de un sangriento conflicto en San Esteba, un pequeño pueblo del departamento de Olancho. “Es prácticamente un reportaje, pero sigue siendo una novela”, aseguró.
Así surgió también En clave de luna, que narra la historia de una periodista que investiga al asesino serial conocido como el Psicópata.
Núñez también aceptó que el periodismo puede ser “un poco tóxico”, ya que es muy demandante, puede volverse rutinario y genera sobretrabajo.
El periodista, cronista y escritor Jorge Arturo Mora cuestionó la escritura como un acto personal, lo cual para él es una extraña contradicción, y lo comparó con el periodismo, que tampoco es un oficio solitario. “Hay fuentes, colegas, editores, amigos”, dijo.
“Cuando hablamos de escritura creativa decimos que es solitaria, no creo que sea así”, contnuó, “escribimos con base en el contexto que nos rodea: los libros, la música… permean la visión del mundo”.
Con su novela debut, El nido del arcoiris, Mora sintió que el ejercicio del periodismo lo estaba guiando, y por ello considera que el principio de cualquier escritura en forma y fondo es la humanidad.
“Las palabras pueden ser algo más que solo la comunicación”, concluyó.
La columnista y narradora puertorriqueña radicada en Costa Rica, Marilyn Batista, comenzó decantándose por el género del relato ensayístico siendo colegiala cuando El Nuevo Diario, principal periódico de su país, publicó un trabajo de su autoría.
Luego para entrar a la Escuela de Comunicación en la isla también escribió un ensayo que le permitió el ingreso a la carrera.
En El Nuevo diario fungió como periodista, en donde escribía de una forma particular, “rompía esquemas”, recordó.
Batista arribó a Costa Rica hace 37 años y se dedica a la escritura de editoriales con un estilo narrativo de relato, según afirmó, primero en La Prensa Libre, medio del cual fue directora, y en la actualidad en La República.
Sus columnas, que escribe todos los días, versan sobre género, entre otras temáticas.
La autora, que manifestó pasar del periodismo a la literatura, con libros como Sangre de Toro, “mi primer libro de crónicas, publicado a mis 52 años”.
El más reciente libro Sin pecado concebida consta de crónicas cortas, algunas de siete líneas.
“Escribo bajo presión y con determinado espacio, además, aprendí a poner el título primero, si no lo pongo no puedo escribir; es el hilo conductor”, confesó Batista.










