No pasa desapercibida ni es insignificante; eso dicen los números relacionados con la circulación y venta del libro Una mujer insignificante de la costarricense Catalina Murillo, publicado por la Editorial Alfaguara.
El texto fue reconocido con el Premio Aquileo J. Echeverría en Novela 2024 del Ministerio de Cultura y Juventud, y ha tenido un recorrido sobresaliente, no solo a nivel nacional sino internacional, al menos en México y Centroamérica.
Por Ana Beatriz Fernández
Reimpreso en su cuarta edición con un total de 5000 ejemplares, en una buena medida, Murillo señala que la novela se ha sostenido por los clubes de lectoras (que no lectores), fenómeno en auge en Costa Rica, y que ha significado su circulación efectiva.
“La lectura en los clubes ha sido fundamental pues se han convertido en el foco reproductor de lectoras del libro”, precisó.
Asímismo, Murillo puntualiza como crucial el hecho de que la novela fuera publicada por una editorial que tiene “mucho músculo”.
“Es muy sorprendente y novedoso para mí una editorial que tiene un verdadero afán de publicar, de promocionar y vender, y que tiene el dinero, repito, el músculo, la trayectoria y las redes para hacerlo”, comentó Murillo.
Sin embargo, de las cosas que lamenta, pero le convino, es que la Editorial Alfaguara tiene firmada la exclusividad con la cadena de tiendas de la Librería Internacional.
“A mí me puede pesar que no esté el libro en pequeñas librerías de Costa Rica a las que les tengo mucho aprecio, pero está en la Librería Internacional, así como en nada menos que en ese pequeño escaparate de libros de la cadena de supermercados Automercado”, dijo.

Además de Una mujer insignificante, Catalina Murillo ha publicado Largo domingo cubano (1995), Marzo todopoderoso (2003), Corredoiras y Largo domingo cubano (2017) y Tiembla, memoria (2017). En 2018 publicó Maybe Managua con Uruk Editores. Fue la autora de la pieza teatral «Dulcinea, herstoria», publicada en 2021. A finales del 2021 lanza la novela Eloísa vertical con la editorial Los tres editores.
Murillo explicó que la novela permanece en esos lugares pues solo dan una semana de oportunidad a los libros de venderse, “si no se vendiera, chao”.
También está el músculo de Alfaguara para moverse en otros lados como México y Centroamérica.
“Ustedes llegan a México y el libro está en la librería del aeropuerto y en algunas librerías mexicanas y centroamericanas”.
Otro aspecto favorable que indica Murillo, es que Alfaguara pasa pequeños videos promocionales en redes sociales, “y en ese sentido hay mucha promoción”.
Murillo se sorprende de que el libro ha tenido una acogida en todos los medios en Costa Rica “pues todos me dieron pelota”.
Pero en donde más se ha movido es en los clubes de lectura “y no pasa una semana sin que alguien me invite porque están leyendo mi libro y quieren hacer un zoom; incluso hay gente que quisiera que yo pudiera ir presencialmente a las actividades”.
A un año y dos meses de la publicación del libro continúa su vitalidad de recorrido. “Mis otros libros circularon porque eran una novedad y como novedad había una resonancia”.
Murillo agregó que el libro ha movido el interés por sus otras obras, que están presentes en las ferias del libro y en las librerías. “Actualmente encuentro todos mis títulos, incluyendo Eloísa vertical que era más difícil de conseguir”.
Como resultado de este movimiento, en una de las librerías Internacional llegó a ocupar el tercer lugar como libro bestseller. “Anduve detrás de García Márquez y eso me parece mucho porque mi novela no es un libro costarricense de lectura obligatoria”.
Un dato sobre el recorrido del libro es que en España se realizó una edición acotada de 500 libros distribuidos en librerías y se habían vendido alrededor de unos 200 ejemplares. “En España le han salido admiradores espontáneos en la radio y televisión, no porque tuviera una campaña de publicidad sino por el boca a boca”.
Como ebook, Una mujer insignificante se ha descargado 190 veces, y como audiolibro 8 veces, desde marzo 2022.
Nací en un taxi
Costa Rica, 1970: nazco en un taxi. Mi infancia y adolescencia las pasé estudiando en el Liceo Franco Costarricense, cantando La Marsellesa bajo un rencoroso sol tropical. En la universidad, entré a Comunicación porque no sabía qué hacer con “ese gran talento tuyo” (me decía la gente) y del que tampoco había constancia alguna. Sin buscarla, gané una beca para estudiar guion en la Escuela Internacional de Cine (EICTV, Cuba). Y al fin sucede: cuaja mi vocación de cuentahistorias y entiendo que eso es algo a lo que una persona se puede dedicar. A mi regreso de la isla caribeña, publico Largo domingo cubano, crónica de viaje, donde confluyen la escritora y la periodista. Después, en 1995, muero.