Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Cuento
Yeso, la apuesta estética de Carlos Regueyra
En la década de 1870, una embarcación arriba a Puntarenas, en el Pacífico costarricense, transportando un contingente de 600 trabajadores chinos que serán asignados, en su mayoría, a las labores de construcción de un ferrocarril entre San José y el puerto caribeño de Limón.
Por Oscar Núñez Olivas
Habían sido reclutados en Macao con promesas de prosperidad, pero a la hora llegada todo lo que encontraron fue algo muy parecido a la esclavitud: trabajo agotador y condiciones de vida infrahumanas. Una rebelión estallaría pronto y la respuesta de los empresarios sería inmediata y brutal. Solo unos pocos trabajadores lograron huir y librarse de la masacre. Entre éstos se hallaba el hombre que conoceremos como Zuxian.
Siglo y medio más tarde, uno de sus descendientes, Carlos Regueyra Bonilla, recibe el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en la rama de Cuento por su libro Yeso, una colección de once relatos, entre ellos el que lleva por título Zuxian, que recrea aquel capítulo sombrío de nuestra historia.
Regueyra, de 36 años y filólogo de profesión, ha publicado “Seis tiros”, una parodia policial que mereció el premio Creación Joven (Editorial Costa Rica 2016) y El libro de la tía (Editorial UNAM, 2021). Yeso, su tercer libro, ganó también el Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas (EUNED, 2023).
Desmitificar la vida
Yeso está constituido por una variedad de historias que en apariencia no tienen relación entre sí, pero que contienen vasos comunicantes. Uno de ellos es la preocupación por la violencia.
“El tema de la violencia me interesa en la medida en que este país se ha construido sobre un discurso de paz, que tiende a negar las múltiples formas de violencia que existen o han existido y que dan forma a nuestra sociedad –afirma el autor.
Me interesa desmentir ese discurso. De ahí los temas de los relatos, como el de la masacre de los trabajadores chinos, que es algo que no se conoce y sobre lo que no se habla. Como tampoco se habla mucho de las cifras de femicidio, que cada vez son más altas y que contradicen el discurso que presenta al país como un oasis de paz”.
Además, creo que en el ocultamiento de estos hechos de violencia se esconde otra forma de violencia, que no es material sino simbólica, pero violencia al fin”.
El relato Recuerdos de Guerra, con que abre el libro, reconstruye un episodio de otro momento de violencia en la historia nacional: la guerra civil de 1948. Específicamente, el combate en El Guarco de Cartago, donde los vencedores del Ejército de Liberación Nacional levantan un montículo con los cadáveres de los combatientes vencidos y le prenden fuego en medio de la plaza.
La historia está contada en segunda persona, desde la óptica de una niña que pasa las infernales horas del enfrentamiento oculta junto a su madre y otras mujeres y niños en un refugio subterráneo.
“Es una historia real, que me contó mi abuela, aunque en el cuento mismo no se menciona de qué guerra se trata”, explica Regueyra.
Tras estos cuentos históricos (Zuxian y Relato de guerra), el libro nos introduce en una serie de historias típicamente urbanas, con temáticas mucho más recientes. El violento asalto a un autobús en que se produce un homicidio (El relato); las carreras de autos callejeras (Piques); el suicidio de una mujer (Rothko Chapel); las perturbaciones emocionales de una muchacha que vive sola -en un apartamento- las interminables horas de encierro durante la pandemia del Covid-19 (Altas horas).
Sin ser la protagonista, ni mucho menos, en todas las historias se manifiesta la violencia que caracteriza la vida de un país que insiste en creerse libre de ella.
En relación con la violencia, “hay también una apuesta estética de mi parte. Me interesan más aquellos relatos en los que hay tensión, en la que los personajes ven sus vidas perturbadas. Eso me parece más interesante que una literatura en la que los personajes se toman un café, se suben a un autobús, tenían una novia (ya no), cosas demasiado cotidianas y sin conflicto. En esa línea no se producen relatos irrelevantes. Para mi gusto, ese tipo de literatura está tomando demasiado auge en el país y no resulta interesante.

¿Qué circunstancias motivaron la creación de estos cuentos?
Hay una motivación primordial que tiene que ver con las ganas de escribir, de experimentar con el lenguaje y eso es previo a interesarme por un tena en particular o proponerme un relato. Siempre estoy pensando en las palabras y en cómo contar historias.
Zuxian, que en chino significa Ancestro, nace inicialmente de la circunstancia de que el abuelo paterno de mi abuela materna fue uno de los trabajadores chinos traídos para trabajar en la construcción del ferrocarril. Sabemos que se fugó del campamento en que estaba retenido, que poco después se hizo llamar Jesús, pero no conocemos cuál era su nombre original ni de qué parte de China era. Eso estaba ahí, en la memoria familiar, pero la motivación principal vino de la lectura de una novela, La república del vino, del escritor chino Mo Yan (Premio Nobel de Literatura 2012).
Esa obra despertó mi interés por estudiar mandarín y por conocer la historia, la cultura y la literatura chinas; así como por la historia de los trabajadores chinos en América y en Costa Rica en particular.
¿Por qué el título, Yeso?
Hay un principio que tiene que ver con la maleabilidad del material, que se utiliza para hacer moldes, esculturas, es maleable pero también puede ser rígido. y esto tiene relación con la forma en que pienso el lenguaje. En particular, tiene que ver con la forma en que están escritos estos cuentos, como experimentos de la forma, que a veces es maleable y a veces rígida.
Son varios los factores que suelo tomar en cuenta en esa experimentación. Uno es el orden de los acontecimientos. Por ejemplo, si el texto se va a presentar en un orden cronológico lineal o si va a tener otro tipo de estructura. En el libro, hay un relato que se llama Rothko Chapel que tiene una estructura pendular, va de un personaje a otro alternativamente. Es una pareja, él está viajando de Heredia hacia Ochomogo y ella está en la casa preparando la cena y haciendo otras cosas. En este caso, los acontecimientos son cronológicamente lineales pero con esa característica pendular.
Otro componente es el tono de la escritura, si va a tener un lenguaje más poético o más coloquial, si la historia será contada por un narrador omnisciente o por un personaje, en primea persona. Por ejemplo, a diferencia de los demás, el primer relato del libro, Recuerdo de guerra, está narrado en segunda persona.
Hay partes en que se siente un ingrediente de humor, un humor fino que arranca sonrisas. ¿Ese humor brota espontáneamente }o es parte de la construcción previa que hacés del relato?
Eso está relacionado con el tema de la plasticidad, de lo que hablábamos antes, porque en el artificio de cómo articular una frase está la posibilidad de generar humor, y eso es algo que a mí siempre me interesa.
Yo diría que en todos los relatos hay formas de humor, pero diferentes. A veces es simplemente una manera de poner la frase lo que puede producir un efecto humorístico. No necesariamente depende de una planificación, es una actitud, una propensión a jugar con el lenguaje, a no desperdiciar formas de humor que pueden surgir en el diálogo e incluso en la estructura.
En algunos relatos, dada las características de los personajes, predomina el lenguaje popular, de la calle, y eso también puede producir efectos humorísticos.