Poesía de Javier Azofeifa Porras
Mural fronterizo
Mural fronterizo (Fruit Salad Shaker Ed, 2025) es el primer poemario de Javier Azofeifa Porras (1990), joven creador procedente de la ciudad y del cantón de Upala. Forjado con lentitud, como corresponde a toda obra artística que se respete, este conjunto de poemas –¡apenas siete! – es una crónica poetizada, o una poesía cronista o de crónica –tal como la épica y la epopeya– que navega por los meandros históricos y socioculturales de la zona norte fronteriza, una geografía prácticamente borrada del cronotopo nacional.
Adriano Corrales Arias *
Lo primero a decir es que asombra un discurso poético al margen de la escritura criolla al uso: expresión rigurosa, pausada, sincronizada, apretada, trabajada con imágenes y metaforizaciones sorprendentes, novedosas. Muy cercana al exteriorismo nicaragüense, pero con mayor agudeza en los giros semánticos provenientes de una buena recepción de otras vanguardias y de la poesía norteamericana pasando por los beatniks hasta el realismo sucio, con un dejo existencialista e historizante que remite –guardando las distancias, cómo no– a ciertas tonalidades románticas.
A propósito del exteriorismo nica concebido por el jefe de la vanguardia pinolera, José Coronel Urtecho (1906-1994) y trajinado hasta el cansancio por Ernesto Cardenal (1925-2020), este poeta emergente nos recuerda mucho al primero, catalogado por quien esto escribe, como “el poeta de la frontera”. Recordemos que Coronel Urtecho vivió más de treinta años de su vida, retirado en la hacienda “Las Brisas” –capitaneada por su esposa, a quien dedicara sendos y agudos poemas uxóricos– allá en Medio Queso de Los Chiles. En el cementerio general de Los Chiles, ciudad pluvial y fronteriza, cabecera del cantón del mismo nombre, descansan sus restos.
De tal modo que, sin quererlo –o tal vez sí, nunca se sabe– fueron vecinos. (Aunque el joven poeta tenía apenas cuatro años cuando Coronel Urtecho nos abandonó; arribó a Upala un año después procedente de Santo Domingo de Heredia). La lectura de la poesía de Azofeifa Porras nos recuerda, de inmediato, a la del maestro nicaragüense en cuanto a temática e imágenes, aunque la del Mural tiende un poco más hacia el mito fundacional y plantea una ruptura con cierta idealización campestre donde los personajes parecieran fuera del paisaje, casi impostados, con una actitud de aventura rimbaudiana y una disrupción casi carroñera. Por supuesto que no se omite la descripción del entorno lacustre, pluvial, poroso y corrosivo de la frontera, de muy buena manera.
Sí, son “apenas” siete poemas, pero ¡vaya siete! Se percibe una conciencia creadora o creativa, intrínseca, es decir, el esfuerzo del poeta por mostrarnos una historia y una geografía (sociocultural, económica, mítica, ecológica) tan reciente como antigua, pero que no había sido “cantada” por nadie sino hasta ahora. Es la conciencia poética de un productor textual que se sabe primerizo en la labor, cual primer cronista de espacios desconocidos para un lector como el del valle central costarricense, inmerso en un mundo literario y artístico urbano y posmoderno, mejor dicho, neoliberal. He allí uno de los logros más nítidos del poeta con este fresco norteño que nos entrega, de manera humilde y honesta, en una edición sencilla, pero pulcra, en forma de plaquette poética.
Saludo con entusiasmo esta pequeña gema fronteriza que promete mucho más si el nuevo poeta de la frontera persiste en su empeño y en su búsqueda interior. Es lo que esperamos luego de este refrescante viaje por un extenso mural cargado de sorprendentes imágenes e historias con sus claroscuros y aguadas.
Setiembre, 2025
(*) Adriano Corrales Arias es escritor, investigador y promotor cultural.

FRAGMENTO DE UNO DE LOS POEMAS DE MURAL FRONTERIZO
ZOPILOTE
(Fragmento)
En las mañanas
suele aterrizar sobre mi techo
o el de la vecina
se pasea por el patio
brincotea
ahuyenta a los pajaritos
que alimento con fruta
finjo lanzarle algo
no se asusta
me aproximo
fijamos miradas
y osamentas
apenas muevo un pelo
brinca hacia atrás
agitando sus alas
Otras veces
tengo piedad de su hambre
y si no pasa antes
la vieja labrador de al lado
asustándose por todo y feliz
le acerco sobras
pan del desayuno
pellejos con pollo
huesos congelados
Con dos zopilotes más
asaltan los basureros del pueblo
del hospital a la izquierda
al Canal del Barrio a la derecha
luchan por ellos
contra los perros callejeros
Hace unos días a un costado del puente
picoteaban tras un basurero vacío
la calavera de uno de los perros
que no he vuelto a ver










