Escritora Dlia McDonald Woolery
Literatura afrodescendiente despierta con voces autónomas propias de la comunidad
Ana Beatriz Fernández González
La escritora, investigadora y gestora cultural afrocostarricense Dlia McDonald Woolery reflexiona en un taller del IDELA (UNA) sobre la cultura afro, el origen de su literatura y formas de escritura.
“La literatura afro recién despierta, y empieza a ser escrita por sus miembros desde sus distintos puntos de vista, al mismo tiempo que, por un lado, empieza a enfrentar a la academia, su gran adversaria y, por el otro, a aquellos que al suponer conocernos escriben sobre temas para ellos desconocidos. Aunque pensándolo bien, es el mismo criterio académico”.
Así se expresa la escritora e investigadora costarricense Dlia McDonald Woolery* sobre la literatura afrodescendiente del país.
McDonald fue llamada a impartir el Taller de Cultura Afrocostarricense en el Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA) de la Universidad Nacional (UNA) llevado a cabo el 27 de agosto, y el 5 y 16 de setiembre de este año.
Las temáticas del taller desarrolladas por la autora y gestora cultural, como la cultura afro, el origen de su literatura y las formas de escritura, son aspectos que ha tratado a lo largo de su trayectoria y que articula de manera crítica y práctica.
“Yo me considero afro-costarricense, y es otro mundo”, afirmó, y esta identidad y vínculo se relaciona con el reconocimiento como grupo étnico, es decir, afro costarricense, que tiene una historia y cultura propias.
En el marco de la invitación, el lunes 11 de agosto McDonald dio una clase abierta titulada Aproximación a la literatura afro, en que plantea algunas inquietudes y críticas al ecosistema literario costarricense.
Uno de los aspectos señalados por McDonald es que cuando ella empezó a desarrollar talleres fue difícil porque hubo personas que le dijeron “en la cara que qué iba a saber una negra sobre literatura o de cultura”, recordó.
Para McDonald, su práctica literaria fue un proceso de integración, aprendizaje y definición frente a académicos que pretendían instruirla acerca de la forma en que tenía que escribir y hacer las cosas.
“En concreto, he tenido muchos problemas con personas que han tratado, y parcialmente lo han logrado, destruir mi obra porque dicen que yo les tengo envidia, cuando mi obra ha sido fuertemente reconocida, incluso por las universidades norteamericanas”

La autora es contundente al decir que en Costa Rica no se lee, “y como no leen no se dan cuenta de todos los procesos literarios que hay y no toman en cuenta las vivencias personales ni muchísimo menos. En este taller eso es lo que trato de tomar en cuenta y de revitalizar”, puntualizó.
Para McDonald, las personas, desde diferentes perspectivas, deben aprender a leer lo que viven alrededor y lo que está alrededor.
Otro aspecto destacado por McDonald es que, hasta ahora, el país tiene autores afrocostarricenses con voz y relato, “y esa fue una de las grandes disyuntivas” con la disputa por el cuento Cocorí de Joaquín Gutiérrez Mangel (Limón, 1918- San José, 2000)
Su censura “no era tanto por una cuestión racial, que fue la justificación que muchos dieron, sino más bien porque fue una persona no negra la que escribió la obra. Eso causó, en mi opinión, mayor conflicto y debate. Pero es una obra perfectamente válida”, dijo.
De acuerdo con McDonald, en la actualidad la comunidad afrocostarricense “ha aprendido y tenemos nosotros nuestros propios autores. Precisamente uno de los principales vacíos es el reconocernos como autores, el dejar de ver la cultura de lado”.
La escritora señala que los identifican como cocineros, cocineras, maestras, peinadoras, futbolistas “y hasta ahí llega el rango de cultura. Pero lo que es la cuestión artística y la escritura apenas somos tres los autores reconocidos”.
Entre 25 escritores afrocostarricenses enumerados por McDonald, menciona que se legitima a Eulalia Bernard, Quince Duncan, Shirley Campbell y ella.
“No hay nadie más en materia de cultura escrita, sin embargo, las 25 personas autoras tienen una historia que contar”.
Otro elemento imprescindible es el conocimiento y reconocimiento de la existencia de la literatura afrocostarricense, con su crítica y lugar oficial en la academia.
“Ese es el camino a seguir luego de la incorporación este año del escritor Quince Duncan a la Academia Costarricense de la Lengua”, manifestó.
Según McDonald, con esta inclusión se va a poder estudiar a profunidad y conservar la lengua; “pero no es un proceso completamente fácil ni abierto, porque siempre hay reticencia de ambos lados”.
*Dlia McDonald Woolery es crítica literaria, escritora, historiadora de la literatura afro-costarricense, y poeta afro-costarricense, gestora y difusora afro costarricense. Miembro de Silla de la Academia Colonense de la Lengua.