Novela de Luis Diego Guillén
El néctar de las tinieblas, una alucinante historia de poder y locura
Por Oscar Núñez Olivas
En 1968, España se ve forzada a reconocer la independencia de Guinea Ecuatorial, su última colonia en el África Subsahariana. Tras unas elecciones populares, organizadas por la administración colonial, es electo Francisco Macías Mguema como primer presidente de la nueva república.
Líder populista, de encendida retórica anticolonial, Macías instaura casi de inmediato un gobierno autoritario, suprime la constitución política que sentó las bases de la independencia y ordena el arresto o asesinato de los líderes de oposición.
En 1972, año en que se declara “presidente vitalicio”, ya ha sometido el país a un régimen brutalmente represivo. Cierra los medios de comunicación, prohíbe los cultos religiosos, clausura iglesias y escuelas, restringe los derechos de expresión, organización y movilización y desata una ola de persecución con saldo de decenas de miles de muertos y exiliados. A falta de registros precisos, las estimaciones de diferentes organismos internacionales oscilan entre 20.000 y 50.000 muertos y más de 100.000 expatriados (un tercio de la población total) durante los once años de su mandato.
Macías es derrocado y sentenciado a muerte en 1979. A casi medio siglo del fin de aquella pesadilla, un escritor de un país al otro lado del mundo, el costarricense Luis Diego Guillén, narra con crudeza aquel infierno en una novela en que se mezclan los datos duros con una aguda caracterización psicológica del tirano.
El néctar de las tinieblas, la obra de Guillén, nos va mostrando paso a paso cómo la paranoia extrema, el narcicismo y el pensamiento mágico y delirante del dictador, va determinando el curso de la vida cotidiana en un país flagelado por el hambre, el colapso económico y el aislamiento internacional.
Las consignas de corte socialista que agita el mandatario, se mezclan con arrebatos de prácticas fascistas, al punto de que el propio Macías se autodefine como marxista-nacionalista-hitleriano, y ese revoltijo ideológico bañado en un aderezo de delirios espiritistas, da como resultado una personalidad única y alucinante.
Desde ese punto de vista, la recreación del personaje es magistral, como lo es también la construcción de los personajes secundarios que rodean al déspota y que viven solo para satisfacer sus extravagantes caprichos. Para ellos, la cercanía con Macías implica una lucha constante y desesperada por la sobrevivencia, pues el más mínimo error les puede costar la vida.
En 1969, apenas un año después de la independencia, Macías logra derrotar una intentona golpista y, a partir de entonces, la paranoia se instala en el autócrata y todo empieza a girar en torno a la obsesión de aplastar cualquier brote de rebelión o descontento. No importa qué tan real o imaginaria sea la amenaza, la consigna es extirparla. Por eso, ni los más cercanos colaboradores del régimen son dignos de confianza. En la mente de cada servil puede haber una conspiración en marcha.

Luis Diego Guillén es también autor de La alquimia de la bestia.
Los únicos confiables son los espíritus con los que dialoga en sus noches de magia negra, bajo el efecto de potentes alucinógenos. Ellos le han revelado la existencia de una criatura prodigiosa, mitad hombre, mitad mujer, que tiene la capacidad de dominarlo todo y, en consecuencia, garantizarle el dominio eterno del poder. Encontrar esa criatura, dondequiera se encuentre, y ponerla a su servicio, se convierte en obsesión.
El autor logra ensamblar con gran habilidad los hechos históricos con los elementos de ficción que toda novela contiene, dando como resultado una historia sólida, verosímil y cautivante.
Luis Diego Guillén (Costa Rica, 1972) ya había dado muestras de un especial talento con su primera novela, La alquimia de la bestia, que le valió el Premio Aquileo J. Echeverría (2016) y el Premio de la Academia Costarricense de la Lengua (2017).
En esa su ópera prima, Guillén nos cuenta, en un relato en que también combina la ficción y la historia, la rebelión indígena liderada por Pablo Presbere a inicios del siglo XVIII, en las agrestes montañas de Talamanca, en el Caribe sur de Costa Rica.
La alquimia de la bestia nos reveló un escritor con un estilo personalísimo, dotado de abundantes recursos narrativos, impresión que queda definitivamente confirmada con su segunda novela.
Además de escritor, Guillén es psicólogo, científico cognitivista y académico universitario. Ha publicado libros y artículos relacionados con su especialidad profesional en diversos periódicos y revistas.










