La escritora Larissa Rú vuelve a ser reconocida con el Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría, este año en la rama de cuento por el libro Monstruos bajo la lluvia.
Desde muy chiquilla la escritora costarricense Larissa Rú (26 años) era seguidora de las historias fantásticas, cuentos de hadas y películas animadas. Influyó en ella su madre, gran lectora de J. R. R. Tolkien. «Desde entonces me empecé a nutrir de la vena fantástica y a escribir cositas pequeñas como cuentos»
Precisamente situada en el género fantástico con elementos de terror, Rú vuelve a ganar el Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría 2022, esta vez en la rama de cuento con el libro Monstruos bajo la lluvia, publicado por Encino Editores.

El reconocimiento anterior con el Premio Nacional de Literartura Aquileo J. Echeverría en Novela 2020, por la ficción Cómo sobrevivir a una tormenta extranjera de la Editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR), sin embargo, no pertenece al género literario de sus amores y esto tiene una razón de ser.
A los 14 años siendo una colegiala y la literatura juvenil muy popular, la autora se inició en la escritura de sagas sobre historias fantásticas que intentó publicar.
No era ese un género que se publicara en Costa Rica y “todas las puertas me las cerraron”, se lamentó.
Perseverante, Rú siguió escribiendo, solo que cambió el registro narrativo y creó la novela ganadora del galardón mencionado. «Después de haber sido premiada, me sentía con más confianza como para hacer lo que siempre quise hacer, que es, justamente, terror y fantasía», confesó.
Rú reconoció que aparte de que le gusta la imaginería mítica del terror, con su gama de imágenes viscerales, siente que a partir de los dos géneros combinados puede hablar de lo sobrenatural con un contenido social y político. «Es una dimensión de doble cara”, destacó.
La ficción ayuda a no ablandar el discurso y se convierte en un vehículo para transmitir un mensaje contundente, dijo. «Cuando yo veo una buena película de terror con un mensaje feminista, cuando leo una buena historia de fantasía con discursos anticoloniales, me provoca reflexiones que replico en otros escenarios; entonces para mí es muy efectivo», resumió Rú.
Por eso piensa la fantasía y el terror no solo como hadas y dragones, sino como la posibilidad de plantear discursos feministas.
Es el caso de Monstruos bajo la lluvia. Rú crea tres tipos de relatos en ese registro, en que, incluso, adaptó recursos de los cuentos de hadas que siguen el canon fantástico eslavo, escandinavo y de las leyendas costarricenses.
Tal ocurrió con Sílfide, uno de los primeros relatos escritos cuando tenía 15 años. «La deconstrucción de Sílfide se basa en que yo veía a estas mujeres muy bellas —incluso niñas, porque ahora veo que eran realmente niñas— que eran sexualizadas, y en contraste, la protagonista de mi cuento está despeinada y tiene alas de murciélago; así me sentía más identificada con ella», explicó.
Rú se decantó por la imagen de la niña que recuperaba la niñez y su instinto juguetón, y que no era etérea en su papel visual, sino invisible. «Esta decisión no fue consciente, quizá, pero sí tenía una necesidad de hacer un personaje que resonará más conmigo si yo estuviera en uno de esos relatos escandinavos”, puntualizó.
Los cuentos La cabeza verde y Vanidades están relacionados con la deconstrucción del mito de las leyendas costarricenses y sus mujeres protagonistas como la Segua y la Llorona.
Estos personajes emblemáticos llamaron la atención de Rú, pues, por ejemplo, la Llorona, tiene una versión en que se vuelve loca y mata al bebé, y en otra es violada y tira a su criatura en el agua.
«Yo sentía muy feo porque ella es el monstruo. ¿Si a ella le hicieron eso, por qué es ella el monstruo? ¿Por qué ella tiene que ser demonizada? En mi cuento planteo otra cara de la moneda en que ella tiene una compañera, una amiga que la apoya». Para Rú, la narrativa de La Llorona, además, va en contra de los derechos reproductivos de las mujeres.
La tercera ruptura de la construcción de los personajes femeninos en cuentos canónicos es la relacionada con la mujer pura y virginal, que también es una brújula moral para el hombre.
En Los ojos de Saturno, Rú quiso traspasar los límites de esa mujer siempre buena, blanca y frágil. «Me gusta mucho la dicotomía del monstruo que convive con la protagonista, y que nos lleva a preguntarnos qué es ese monstruo al cual ella incluso suplanta».
Los límites entre uno y otro se difuminan y sobreponen para transgredir los estereotipos de lo malvado y lo virginal.
Los cerdos de la mansión Akerman, recientemente escrito, es para Rú uno de los cuentos más personales y dolorosos, pues tiene que ver con el proceso del luto «por la persona que una era antes de que le pasara algo», afirmó.
«El modo en que canalizamos la violencia ejercida sobre nosotras, en este caso la violación, es una secuela», agregó. Rú señala que manifestar ese trauma es una parte muy importante del libro.
«Cuando hablamos de enfermedades y padecimientos mentales, cuando hablamos de trastornos psicológicos, nos causa vergüenza y dolor… no tengo ni que hablarlo, porque puede ser muy sensible a muchas personas y yo no quiero recordarle a nadie ese hecho», expresó.
Aunque las mujeres no son «eso” que hicieron con ellas, muchas veces crean monstruos de sí mismas, relacionados con la ansiedad y la depresión. «Son cosas que queremos arrancar de nosotras».
Para Rú, a veces esos monstruos no son tan malos y feos, pero no son socialmente aceptados. «Convivir con esas partes de nosotras y pensar que las podemos aceptar y tratarnos con más cariño, es un mensaje que a mí me gustaría dar».
Rú nunca se imaginó que sería premiada en dos ocasiones con el Aquileo J.Echeverría, pues sentía que los temas y los géneros de su escritura no se reconocerían formalmente. «Me pone muy contenta no haber tenido que cambiar mi enfoque para ser galardonada dos veces».
La voz de la autora se fortalece, una voz a quien agradece porque en ella se hace presente la niña que fue, la que cosechó frutos a partir de sus sueños. Una voz de una amiga de toda la vida que sigue y seguirá viva siempre y que nunca traicionará ni le dará la espalda. «Hasta ahora estoy tratando de hacerle justicia».
