Resumen: En este poemario, Carlos Enrique Rivera Chacón plantea la posibilidad de que no solo existan los cuatro elementos cósmicos mayormente conocidos de la naturaleza (tierra, agua, aire y fuego), sino cinco. El yo lírico se convierte en un alquimista de la palabra y de la vida. Por ende, defiende que el amor es esa quinta sustancia que la humanidad ha olvidado. Desde su voz poética, el amor, elemento sagrado y primitivo, es capaz de unir a todo el universo a partir de su fuerza. Atrae como imán todas las energías del macrocosmos para enterrarlas en la galaxia interna de los humanos.
A grandes rasgos, en la entrada al templo de este libro, el público lector se podrá encontrar con discursos construidos desde la estética telúrica. Hay un yo lírico comprometido con la naturaleza. Desde el primer poema le pide perdón a la tierra, su madre, por ser uno de los responsables de sufrimientos y heridas que ella no se merece, y mucho menos, en palabras del yo lírico, al representar la figura de un dios antiquísimo, ser sagrado “Pachamama de todos” que protege a todos los seres humanos con sus dulces abrazos. Destruirla es destruir el hogar de todos los humanos.
Carlos Rivera es uno de los poetas regionales que, junto a Laureano Albán, Marco Aguilar y Jorge Debravo, forma parte de las huellas grabadas en los primeros caminos de la poesía costarricense a mediados del siglo XX.
Yordan Arroyo Carvajal, Universidad de Salamanca, España