La pandemia golpeó fuertemente la industria editorial, pero no logró vencerla
Oscar Castillo Rojas presidió la Cámara Costarricense del Libro (CCL) entre —- de 2021 y el 28 de febrero de 2023, un periodo muy difícil para la mayoría de los sectores económicos del país y particularmente para las empresas del sector editorial, debido a las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19.
Debo decir que, en general, a todas las empresas del gremio nos afectó negativamente. Sin embargo, lo efectos fueron distintos dependiendo tanto del peso económico de las empresas como de su naturaleza.
Al principio, las mayores empresas redujeron el personal, en algunos casos hasta en un 50%. Las empresas más pequeñas y los autores autoeditados llegaron a tener cero actividad. Para muchos de éstos no significaba caer en la miseria porque el autor-editor, por lo general, no vive de los libros. A veces es un proyecto de realización personal, otras veces sí tiene alguna importancia económica para él pero no es su única fuente de ingresos.

Oscar Castillo Rojas cesó sus labores como presidente de la Cámara del Libro el pasado 28 de febrero de 2023
Ahora, a todo el sector editorial le afectó mucho la pandemia, especialmente durante el primer año (2021) y parte del segundo (2022) en cuanto a las oportunidades de comercialización. Para las mayores, tanto librerías como editoriales, la principal actividad de comercialización se da en las tiendas de ventas de libros, a las que muchos compradores dejaron de acudir.
Pero, por otra parte, la suspensión de eventos como las ferias, perjudicó el desempeño de todos, grandes y pequeños. Incluso afectó a las empresas estatales como la Editorial Costa Rica y las editoriales universitarias, que no dependían de las ventas para la supervivencia, pero sí para sus planes de desarrollo editorial porque se redujeron, para ellos también, las posibilidades de venta.
En 2020 quisimos suplir la ausencia de eventos con una feria virtual. Una experiencia que no solo nosotros la tuvimos sino que se dieron en muchos otros lugres en el mundo, como Bogotá o Bolonia. A casi nadie le funcionó, a nosotros tampoco. Pareciera que el libro no solo sigue sobreviviendo mayormente como un objeto de papel (aunque el libro digital existe y se comercializa) y es alrededor de ese objeto de que se realizan las ferias.
Algunas actividades culturales que se organizaron tuvieron acogida, otras no, como ocurre con las ferias presenciales, pero las ventas fueron muy insuficientes para todos.
En el 2021, sabiendo que la experiencia de una feria virtual no había sido buena y que todavía no podíamos hacer una feria presencial, hicimos un evento que llamamos Primer Festival Nacional del Libro, que por las siglas era Festin-Libro. El objetivo era activar hasta donde se pudiera la venta de libros por los mecanismos normales de comercialización que son las librerías y otros espacios particulares dispuestos para la ocasión, como podían ser las editoriales vendiendo en sus propios establecimientos.
Lo divulgamos, hicimos el esfuerzo e igualmente no obtuvimos los resultados que deseábamos.
Para finales del 2021 y los primeros del 2022 fueron los meses más duros, incluso más duros que al principio porque entonces algunas de las empresas tenían su colchón financiero que les permitía sobrevivir. Pero después de año y medio de pandemia, los actores del mundo del libro estaban tocando fondo, con verdaderas dificultades económicas.
Por esa razón y porque las medidas sanitarias empezaban a aflojarse un poco, planeamos la realización de la Feria Internacional del Libro de forma presencial para el mes de agosto pasado. Así empieza un resurgimiento de la comercialización del libro que está tomando a estas alturas una velocidad y un volumen que no llega a los niveles de pre-pandemia, pero que ya son suficientes para que el medio se mueva.
Producción de libros
En todo el periodo de la pandemia, la producción de libros no necesariamente se redujo si tomamos en cuenta que la mayor parte de la producción editorial en el país es de instituciones públicas, las universitarias y las estatales, que tenían su presupuesto y podían seguir produciendo.
Entre las editoriales independientes, algunas hicieron magia para seguir produciendo, pero otras cerraron totalmente su operación y no reiniciaron actividades hasta 2022.
En cuanto a los autores, ¿se vio disminuida la producción de obras?
Por mi experiencia puedo decir que más bien muchos autores aprovecharon el cierre de actividades que implico la pandemia para terminar libros que tenían en proceso. Hubo un momento, especialmente entre finales del 21 y principios del 22, que se propusieron más obras de las que se proponían anteriormente.
Por ejemplo, nuestra editorial Uruk y la cooperación española convocamos el año pasado a un certamen de novela para autores jóvenes (de menos de 40 años) y hubo una participación muy numerosa. Actualmente, las obras están siendo analizadas por el jurado y pronto se sabrán los resultados.
¿Cuál considera usted que es el papel de la Cámara del Libro en el futuro inmediato, dentro de este proceso de normalización de así llamada post-pandemia?
Siempre he pensado que la Cámara del Libro como gremio, como organización gremial, y por su historia
La CCL sienta sus raíces en 1954 y tiene su primera expresión organizativa en 1970 y ya ese año realiza actividades a nombre de la Cámara del Libro. Sin embargo, su conformación legal es en 1978.
Ha tenido mucha importancia en cosas como el mantenimiento de oferta del libro, eventos en coordinación con librerías, en participación de autores, editores y librerías en negociaciones con el Estado, cuando se han dis
cutido leyes que afectan o podrían afectar a la producción y comercialización del libro.
Una de las más importantes (a principios de la década de 1980), cuando se discutía la creación del impuesto de ventas, se movió para que se exonerara el libro de ese impuesto. Desde entonces, se ha mantenido esa exoneración. Después hemos tenido que mantenernos en la pelea porque cada vez que se habló de las reformas fiscales, la Cámara tuvo que hacer lobby siempre para mantener esa exoneración.
La CCL mantiene relaciones internacionales que permiten obtener apoyos en capacitación de nuestro gremio en las políticas de libertad aquí y en otros países para los escritores (libertad de pensamiento, de expresión, etc).
A lo largo de todos esto años, la Cámara ha tenido periodos de mucha actividad e influencia; en otros hemos caído en una especie de sopor, pero siempre hay coyunturas que nos despiertan y nos obligan a actuar.
Por ejemplo, cuando en 2012 la Asamblea Legislativa aprobó aquella ley conocida como “ley del fotocopiado” que dejaba abiertos una serie de portillos para violar los derechos de autor y los derechos de los editores con respecto a la propiedad de sus libros, aparándose siempre en el discurso del “bien de la educación y los estudiantes”.
En esa ocasión argumentamos que, aunque ciertamente existe una contradicción entre el derecho del autor y el derecho del estudiante, esa contradicción no se resuelve violando el derecho de uno u otro, sino mediante mecanismos que ya existen en la ley, los cuales determinan la obligación del Estado de asumir los costos de la educación.
Dimos la pelea muy fuertemente en la Asamblea Legislativa, aunque fue imposible que nos dieran la razón. Luego logramos que el Poder Ejecutivo admitiera nuestros argumentos y la entonces presidenta Laura Chinchilla vetó la ley.
Otro logro muy importante fue la aprobación, en 2021, de la “Ley de fomento de la lectura, las bibliotecas y el libro”. Fue propuesta por el expresidente de la CCL Mario Castillo, la peleamos y logramos que se aprobara. No se ha podido echar a andar porque ha faltado voluntad política. Al parecer, la anterior ministra no tenía mucho interés en el asunto y se le dio muchas largas a la redacción del reglamento. Y en este gobierno, se supone que el presidente tiene en sus manos el reglamento y no lo firma.
Papel de la cámara
A la luz de todo lo anterior, ¿cómo resumiría el papel que debe desempeñar la Cámara en cuanto al gremio mismo y al desarrollo de una industria que es vital para el fortalecimiento de la cultura nacional?
Según mi manera de ver, el papel de la Cámara es actuar, reaccionar y crear instrumentos para el fortalecimiento de la creación, producción y distribución de los libros.
Eso es básicamente lo que la Cámara trata de hacer.