En una noche shangainesa de setiembre, el acreedor del Premio Nacional de Cuento 2020 no habla sobre cómo y por qué escribió Un par de mariposas; pero sí de cómo logró el objetivo de publicar gracias a un galardón
“Días después me encontré a Ignacio en una de las cafeterías que quedan en el interior de la universidad. Él estaba tomando té, de frente a la ventana, donde hay una fuente por la que ya no corre agua y sobre la que se agitaban un par de mariposas que volaban sin dirección, pero con propósito”.
El extracto citado es parte del relato El mito de los zorros del libro Un par de mariposas, escrito por Christopher Reyes Loáciga, quien, con 26 años, se hizo acreedor del Premio Nacional de Cultura Aquileo J. Echeverría en la rama de Cuento en el 2020.
El cuentario, además, fue reconocido con el Premio de Cuento de la Editorial Costa Rica 2019.
Reyes Loáciga vive desde hace cuatro años en Minhang, distrito de la ciudad de Shangai en la República Popular China. Estudia un doctorado en biología en la Universidad de Shanghai Jiaotong.
Para realizar la entrevista coincidimos en estar despiertos al mismo tiempo con 14 horas de diferencia: Christopher entrada la noche y yo muy de mañana.
La conversación fue por Zoom. En la parte inferior izquierda de su pantalla habían unos ideogramas que en chino hacen referencia a su nombre y apellido, y que fonéticamente suenan parecido al español.

“Mi nombre en Chino es Wang Kaifei”, explica. “Wang es el apellido y signfica rey -lo uso no porque me crea un rey sino porque mi apellido es Reyes-”. El nombre “de pila” Kaifei lo escogió porque tiene el golpe inicial de la K, como en Christo, y una f, como en pher. “Hay personas que se llaman así”, precisa.
Cuando Christopher recibe clases virtuales se identifica como Wang Kaifei. “Los chinos que están aprendiendo inglés, por ejemplo, se cambian el nombre por John o Sam”, compara.
¿Quién es Christopher? En la solapa del libro iniciático su biografía es escueta: “Nació en Cartago, Costa Rica, en octubre de 1991. Actualmente vive en China. Un par de mariposas es su primer libro”. Punto.
La muerte del autor ¿A esta premisa podría adherirse Christopher? Me pide expresamente que no le haga preguntas sobre su escritura, pero sí sobre su experiencia en China, entre otros tópicos no tan personales ni literarios. Aún así, es imposible no preguntar.
El libro habla por sí mismo, y el jurado que le concede el premio nacional da fe: “Por la consistencia estilística detectable en todo el volumen, sin perjuicio de la autonomía temática de cada cuento, los cuales tienen todos, una alta calidad literaria, y una muy notable incorporación de los aspectos de la cultura china”.
Una conversación de una hora no basta -ni por asomo- para “conocer” al autor de Un par de mariposas, ni al estudiante de biología, ni al joven escritor ganador de un premio, ni al muchacho que hace cuatro años vive en Shangai.
Con una extraña sensación de lejanía, del tiempo que nos separa, de las barreras generacionales y ambas personalidades introvertidas -”soy tímido”, dice él-, nos acercamos virtualmente el miércoles 1 de setiembre.
Aunque no importa la intención, el propósito, sin embargo, fueron esas dos mariposas que, en un juego de desdoblamientos y espejos, Jorge Luis Borges también metaforizó en el microrrelato El sueño de Chuang Tzu.
Christopher escribió con el propósito expreso de “ganar un premio”; mientras tanto -y sin intención aparente- hiló un libro con la cesura de su propio ritmo interno, con pasajes poéticos de gran belleza, con la elegancia y maravilla de las historias antiguas de países ignotos, con la ambivalencia causal de la sorpresa, con la fragancia de las peonías y el horror de la muerte.
¿Cómo se “entra” en una cultura, un idioma, con una estructura de pensamiento que intuyo tan distinta?
Si estuviese en Italia ya habría aprendido italiano; es fácil porque una palabra en italiano y una español se parecen mucho. Yo conozco mucha gente que está aquí, pero no estudia y no es que uno puede estar leyendo todo el tiempo y va a aprender; hay que estudiarlo porque no se puede aprender tan fácil, especialmente, porque si uno no conoce el caracter uno ni siquiera puede leer la palabra; entonces, hay que entender el caracter.
Un ideograma es como un mundito encerrado en un signo…¿cómo lo describirías?
Cada palabra en mandarín moderno generalmente son dos o tres caracteres juntos, entonces a veces es interpretar qué es lo que significan los caracteres juntos. No es tan sencillo; cada caracter está conformado por partes que se llaman radicales, y los radicales más o menos pueden dar una pista de cómo se pronuncia y qué significa, pero es medio abstracto también, y se necesita un poco de imaginación y entender por qué significa tal cosa o tal otra. Además las palabras cambian con el tiempo, y a pesar de que originalmente significaban algo, puede que el significado actual haya cambiado un poco ya no queda tan claro. Adicionalmente con los procesos de simplificación de los caracteres, pues eso también se disipa.
¿Esos procesos de simplificación ocurren por la cultura misma, por la transformación de la cultura?
El mandarín se puede escribir con caracteres simplificados o con el sistema tradicional. En el siglo pasado -no soy experto en historia china- en algún momento el gobierno chino decidió crear una versión un poco más simple para facilitar el aprendizaje del idioma; eso puede aumentar los niveles de lectura; sin embargo, hay gente que prefiere aprender con el sistema tradicional, que es más complicado porque los caracteres tienen más trazos.
Ahí detrás tuyo, en esa pared, hay algo escrito en ¿una cortina? ¿Qué dice?
Es decorativo. Está escrito en chino clásico, que es el que utilizaban para escribir poesía milenios antes y aún hasta el siglo XIX y XX. Honestamente no sé leerlo porque es un idioma completamente distinto, es algo así como el latín para nosotros.
¿Por qué decidiste irte para China?
Siempre me ha interesado conocer las culturas que hay en otras partes del mundo. Cuando estaba a punto de graduarme me quedada solo un curso por llevar y matriculé los idiomas japonés y chino; después me di cuenta que había posibilidad de venir acá a estudiar y apliqué y afortunadamente me permitieron venir. ¿Cómo decir que no? Ahora estoy en mi primer año de doctorado, estudiando bioestadística y bioinformática.
¿Por qué te gusta la biología?
Desde que era niño me gustaba la ciencia. En algún momento en el colegio tuve que decidir si estudiar Física o Química o Biología, y opté por Biología. Me gusta aprender de los animales, de las plantas. Es hermoso saber que existen animales y plantas que, a menos de que seás biólogo, no sabrías que existen. En tantos viajes de campo que hicimos en tantos lugares de Costa Rica…aquí no se conoce tanta diversidad. Las plantas me gustan más y una de las cosas más que me parecen más interesantes de viajar es que cuando ya se tiene cierto conocimiento de plantas, uno se puede dar cuenta de la diferencia sutil en los paisajes; cuando uno va en una carretera aquí en China y reconoce los árboles alrededor de la calle. A cualquier persona le parecerían más árboles pero uno sabe que está en un lugar que no puede ser Costa Rica porque esos árboles no existen ahí. Son seres completamente distintos; es como comparar una cebra con una lagartija. Eso me encanta.
Una de las cosas que hacés en tu libro es mencionar varios tipos de árboles como el Sicómoro y el Ginkgo, y la portada tiene una ilustración de un arbusto con flores, qué son..
…son peonías. En algún momento se mencionan en el libro…
…a un personaje de uno de los cuentos, un amigo le regala un ramo de peonias.
El Sicómoro es un árbol muy común en Shangai, y lo más llamativo es su corteza que se descama un poco y revela diferentes colores; es similar a los eucaliptos que había antes en La Sabana. Los plantan porque resisten bien el ambiente urbano y absorben dióxido de carbono.
La idea era cambiarlos por árboles nativos…
Las aves prefieren los árboles nativos, entonces me parece que es una razón por la cual hay que cambiarlos. Los árboles que no permiten que otras plantas crezcan alrededor a mí me encantan porque se ve que la evolución ha permitido que estos individuos tengan cierto manejo sobre su entorno.
Es como esto de que los árboles tienen un comportamiento social, que están amarrados por debajo y que pueden actuar en conjunto.
Hay evidencia de que pueden comunicarse, de que si uno daña una planta puede provocar cambios en una planta que está cerca. Pero además de sociales, son lo opuesto, porque también son increíblemente antisociales; entre ellos están combatiendo todo el tiempo. No les importa si tienen que matar a las plantas con las que están creciendo alrededor porque son competencia; entonces, son terriblemente agresivos. Esa es una de las razones por las que me gustó la biología, para poder ver estos comportamientos. Hay árboles que si uno los daña florecen, porque ante el peligro de morir accionan sus mecanismos de reproducción social para tener hijos.
Sobre tu libro, me parece que lográs en algunos pasajes un tono muy poético e introducís historias antiguas sobre la China que narran los mismos personajes de tus cuentos.
La razón de eso es que en cierta medida me parece que no es estéticamente correcto que esté hablando de historias sobre personajes chinos como extranjero, y uno no puede realmente escribir sobre eso por la ignorancia. Entonces, para resolver ese problema es mejor ponerlo como lo que es: uno como latinoamericano que piensa o imagina. Eso se repite en varios cuentos; es un argentino el que está contando la historia. En el primer
cuento que habla sobre la guerra entre China y Japón, yo no tengo nada que decir sobre eso, pero sí sobre las consecuencias de eso qué pasó, el cómo afecta a las personas, desde el punto de vista de un latinoamericano que he pasado la mayor parte de mi vida en el siglo XXI. Uno también está consciente de que si mezcla el presente y el pasado logra un efecto sorpresivo para el lector.
¿Vos te sentís latinoamericano? ¿Cuando llegaste a China cobraste conciencia de esa identidad?
Ser costarricense es muy pequeño y nuestra cultura es muchas más cosas. Mentira que uno es sólo costarricense, tampoco se es solo latinoamericano. Nuestro idioma es europeo; nuestra religión es europea. Todo lo relacionado con la Biblia es Occidente. Para los chinos existe China, existe el mundo occidental. Uno no anda el mundo diciendo yo soy occidental, aunque sí dice que una persona viene de Oriente. A mí me encanta el juego de preguntarles a las personas ¿de dónde soy? Nunca nadie adivina. Es imposible adivinar. No existe una apariencia costarricense, una apariencia inglesa, una apariencia española, una apariencia francesa.
Esa homogeneización que hacemos de manera tan grosera con los países asiáticos, ¿ocurre a la inversa?
Los chinos están expuestos sobre todo a Estados Unidos mediante el cine y las series de televisión. No están seguros de las diferencias entre cómo se celebra la Pascua en Estados Unidos y cómo la celebramos nosotros. Ese tipo de matices se saben si fuera un chino estudiando la cultura latinoamericana o tuviera mucha experiencia compartiendo con extranjeros.
¿Y cómo es tu relación con la cultura culinaria china?
Me encanta la comida china. Es muy normal porque muchas veces es arroz o fideos con algo; la carne de cerdo es muy común. Lo que me gusta es que es increíblemente variada, porque China territorialmente es enorme y la población es más grande que la de Europa. Imagínese la diversidad de la cultura culinaria. No es lo mismo la cocina del Sur, digamos de Cantón, o la del Norte u Oeste. A mí me encanta poder comer tantas cosas distintas y también que hay acceso a comida occidental de cualquier país, se puede comer en restaurantes.
¿Por qué decidiste escribir el libro?
Hay dos respuestas: voy a decir la respuesta tipo “es que escribir es tan lento y la inspiración…esto y lo otro”; y la otra razón más utilitarista: para ganar los premios que ganó…aunque siempre he tenido el hábito de escribir.
¿Pensando que podías ganar un premio o que querías o ibas a probar?
En el sentido de que escribir un documento en WordPress no vale nada; es muy sencillo, y quería escribir en serio, enfocarme y terminarlo, y que tal vez tenga algún valor, que no sea desechable. Yo ya tenía la idea de ganar, no fue una sorpresa, como que jamás me lo imaginé. Yo lo escribí diciéndome a mí mismo “sí vamos a gastar tiempo en escribir esto y vamos a utilizar papel, pues que al menos gane algo. Yo de literatura en Costa Rica no conozco a nadie y me veo como que soy nadie, y la única forma de que a los libros les presten algo de atención es ganando un premio. Aquí estamos hablando por el premio. El libro era un proyecto y también ganó el premio de la Editorial Costa Rica. Es más fácil ganar un concurso y que lo publiquen a uno, que andar de editorial en editorial. Era un proyecto planificado, compuesto de siete cuentos interconectados.
¿Qué te gusta leer?…me imagino que ahora leés literatura china.
Algo, no tanto como quisiera…por ejemplo lo que clásicamente se conoce como el gran logro de la literatura China: El sueño en el Pabellón Rojo, y siempre he dicho que lo quiero leer, pero es un libro inmenso y no tengo el nivel de chino para leerlo y ni siquiera los nativos, fácilmente. Es como leer Don Quijote que la mayoría de gente no tiene paciencia para leerlo. Pues pasa algo similar a eso. También leo poesía china que es muy bonita.
¿Te ha influenciado de algún modo la poesía china en tu escritura?
Bueno, no solo la poesía de ellos sino la poesía en general. Lo que pasa es que como poeta no soy bueno. Cuando a uno le gusta lo que está escribiendo le queda bien escrito. Hay secciones que uno disfruta más escribirlas, entonces uno piensa ¿cómo puede estar mejor escrita? ¿Cómo puedo transmitir lo que pasa en la mente? Entonces utilizo las palabras convenientes para eso.