Anamá Ediciones se fundó en 1993 por Salvadora Navas y en sus casi 30 años de existencia ha promovido la publicación y circulación de libros no solo nicaragüenses sino centroamericanos, en un abrazo solidario y consistente que enriquece las letras de la región

Con una mariposa Monarca como logo que simboliza la libertad de vuelo, hace tres décadas, Salvadora Navas, fundadora de Anamá Ediciones, está al frente de la editorial exitosamente andariega por la industria de los libros en Nicaragua y Centroamérica.
Anamá Ediciones nació en 1993, “después de una experiencia íntima familiar muy muy dura y triste y por eso se llama Anamá, por Ana María. Esta editorial nace principalmente por el apoyo de amigos y escritores, fundamental para que ahora pueda existir”, detalla Navas en entrevista con Lectomanía.
Según recuerda Navas, el Consejo Editorial en ese momento se formó con un grupo de amigos, autores y poetas, que cedieron los derechos de su primer tiraje a la editorial.
Cuando fue fundada la editorial, el Consejo editorial estaba formado por Ernesto Cardenal Lisandro Chávez y Vidaluz Menese, Franz Galich, Claribel Alegría, Gioconda Belli, Belda Cárcamo, “que una no era escritora pero es una gran buena amiga que nos acompaña hasta la fecha”.
El primer libro publicado fue Vino de carne y hierro de Lisandro Chávez, “y después de ese momento ya nadie nos paró, consagrándonos con las participaciones en ferias de libros centroamericanas y de Europa”, continúa.
“El mayor reconocimiento de Anamá son los autores que están con nosotros”, reconoce Navas.
La empresa también ha recibido múltiples reconocimientos de organismos internacionales, de los cuales el más grande y hermoso, de acuerdo con Navas, fue el dado en 2016 por la Orden de Caballero de Artes y las Letras de la Embajada de Francia por el trabajo realizado en Anamá ediciones con todos sus autores.
Ese prestigio también les ha permitido ser una de las cinco editoriales miembro de GEICA (Grupo de Editoriales Independientes de Centroamérica), que representan a Centroamérica en ferias internacionales.
Las participaciones en la feria son constantes y representan una gran fiesta, según afirma Navas, y fueron constantes hasta antes de la pandemia, por el receso que implicaron los protocolos de salud pública. Aún así, en este periodo de emergencia sanitaria, la editorial formó parte de algunas ferias por la vía virtual.
La asistencia a la Feria del Libro de Guadalajara, por ejemplo, le ofrece a Anamá Ediciones la posibilidad de llevar hasta tres autores nacionales para presentar sus libros.
Sin sentirse mártir, Navas resalta la labor independiente de editoriales pequeñas como Anamá que se financian con recursos propios, y reconoce la importancia de tener un fondo económico que respalde constantemente la labor, ya que “jamás nadie publica un libro hoy, lo vende mañana y ya recuperó la inversión editorial”.
Ni las monstruosas ni las más grandes, afirma Navas. Anamá Ediciones, por tanto, ha crecido sin subsidios.
Recursos limitados pero mucha demanda que ha requerido una curaduría. Así funciona el flujo de publicación, y para ello requiere seguir una política editorial clara.
“Nosotros tenemos nuestras políticas editoriales y debemos de tener una línea, no voy a decir que necesariamente en relación con los géneros literarios que publicamos, pero hay algunos que por principio no los vamos a publicar, lo cual no significa que sean malos de ninguna manera”, resalta Navas.
La línea editorial no es excluyente, mas Anamá Ediciones no publica libros de autoayuda ni escolares.
Otra de sus políticas es publicar primeras ediciones o ediciones de otras editoriales reeditadas por la empresa. “Esto casi nunca ocurre pero hay excepciones”, aclara Navas.
Esas excepciones son los libros de Gioconda Belli, Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal, entre otras voces mayores, que han sido publicados primero en Europa o México, y de los cuales Anamá se convierte en la casa editorial nicaragüense.
“Aunque yo sea la propietaria y la directora obedezco al Consejo Editorial. Eso es una de las cosas principales que yo digo: si hay un consejo editorial, yo tengo que acatar el criterio del Consejo Editorial”, dice.
Y precisamente fue el Consejo Editorial el que tomó la decisión de establecer varias colecciones hace unos cinco años, como la de poesía en un formato único procurando que el poema cupiera en una sola página para no cortarlo.
Esta decisión no es antojadiza, enfatiza Navas. “No es que hoy nos levantamos y dijimos ¡qué alegre!, hoy hacemos este formato, sino que vamos sintiendo el pulso de lo que le conviene más al autor, y si le conviene el autor nos conviene a nosotros”.
En ese sentido, Navas recalca que Anamá Ediciones cuida a sus autores, ya que es “una forma de cuidarnos a nosotros”.
En esa misma línea recientemente abrieron la colección Monarca. De acuerdo con Navas, todas las colecciones tienen que ver siempre con una mariposa, porque el logo de Anamá es una mariposa monarca”.
La colección Monarca es para publicar cuentos de voces jóvenes. También iniciaron una llamada Avellaneda para minificción que se inaugura en agosto, cuyo nombre se debe a una mariposa migrante que radica principalmente en Cuba.
“Le pusieron ese nombre a la mariposa en honor a una poeta cubana y me gustó muchísimo la historia porque tiene que ver con una mujer que escribía hermosísimo”, cuenta Navas.
Asimismo, Anamá Ediciones tiene otra colección denominada Nicaragüita, de libros en formato pequeño.
“Todos estas colecciones son creadas para las nuevas voces, es un trato especial, es tratarlos con mucho amor”, manifiesta Navas. “Es abrazarlos, darles la bienvenida, tratar de impulsarlos fuera del país”.
Consecuente con este afecto, Navas está implementando una campaña para ofrecer los derechos de autor en Centroamérica, con el fin de darle libertad de circular bajo otros sellos editoriales en el resto de la región.
“Si el autor o la autora desea quedarse con Anamá, que lo haga, pero no necesito tenerlo atado con un contrato de exclusividad”, aclara.
Esa libertad está vinculada a la mariposa, sus alas y el vuelo. “Esto significa que yo puedo distribuir en Centroamérica pero el autor o la autora puede encontrar una editorial en Costa Rica o en Guatemala; si se logra hacer un contrato para una publicación de un libro, lo puede hacer, no hay conflicto, siempre que nosotros también podamos distribuir su libro en esos países”.
Precisamente sobre el tema de la circulación de los libros en Centroamérica, Navas afirmó que es deficiente; sin embargo, no señala a las editoriales como responsables. “En Costa Rica he tocado puertas y la librería dice sí, pero determina cuáles autores y tiene razón, porque si pagan un local quieren un autor que se venda, y no uno que sea un riesgo”.
Navas pone el ejemplo de un libro sobre memorias gay que está pronto a publicar Anamá. “Si llego con ese libro a X librería y no lo aceptan, la circulación, entonces, no depende solamente de las editoriales sino de las librerías”.
Aún así, Navas no está en contra de las librerías, ya que comprende que van a ofrecer lo que saben van a vender. “No va a tener todo el fondo de poetas nicaragüenses, hondureños y salvadoreños ahí empolvado, porque quién busca la literatura centroamericana es gente especializada”.
Anamá Ediciones ha puesto énfasis en la distribución de libros en la región, para lo cual cuando viajan con los libros, procuran no llevárselos de regreso a Nicaragua. “Los regalamos, los dejamos en bibliotecas, y eso es una pérdida para nosotros como editorial independiente y pequeña”, aclara Navas.
Para Salvadora Navas, el trabajo editorial es lo más hermoso que puede hacer; es un mundo encantador, dice, arrollador; emociona y es lindísimo.
“Luego hay otra parte que es cuando te sentís con las manos cortadas, cuando vas a una feria y tienes que regresarte con las valijas de libros, porque el autor no pudo llegar, porque el autor no vive de los derechos de autor, sino que tiene que trabajar y te dice, no, no me dieron permiso en el trabajo, no puedo ir, me dijeron que no”.
La fundadora de Anamá Ediciones considera, en resumen, que hay tres elementos en la relación editorial: el autor, el editor y el comprador.
“El comprador no compra un libro porque no sabe nada del autor y la proyección de los autores es un trabajo arduo y monetariamente imposible de cubrir por una pequeña editorial. Yo quisiera llevar ahorita a Costa Rica cinco autores míos, pero si los llevo yo tengo que correr con ese gasto”, agrega Navas sobre el panorama de la circualción del libro en Centroamérica.
Navas ha luchado, junto a colegas de Costa Rica y Guatemala, para que el Estado otorgue subsidios para la promoción de los autores centroamericanos, pues es fiel creyente de que las voces costarricenses, hondureñas y guatemaltecas tienen que ser escuchadas, leídas y admiradas.
Y aún cuando los libros no pagan impuestos en Nicaragua, el camino es arduo, tenaz pero hermoso, como Navas lo confirma cada día en su andar comprometido con la industria editorial de su país y la región.