En 2022, Ediciones Perro Azul publicó una colección de poesía centroamericana de alrededor de 2.000 páginas en que se retrata, con mirada subjetiva, la actualidad de la escritura poética.
Con una portada cromática, fresca y, a la vez potente, de la artista visual costarricense Carolina Guillermet, la colección de antologías Poesía centroamericana de Ediciones Perro Azul se publicó en 2022.
Cuatro tomos de 2.000 páginas (por el momento, pues pronto se suma la de Honduras) de Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala recogen unos 250 poetas de varias generaciones, que abarcan en algunos casos desde los años sesenta hasta el presente.
El editor de Perro Azul, Carlos Aguilar, siempre quiso publicar una colección de antologías centroamericanas. “Es un tema largo en mi vida; me obsesiona la poesía”, dijo, hasta que finalmente las variables se conjugaron para poder cumplir esa aspiración.
Los antologadores de la colección son: Javier Payeras, de Guatemala; Mauricio Molina, Dorde Cuvardic y Gabriela Rojas, de Costa Rica; Marta Leonor González y Juan Sobalvarro, de Nicaragua; y Miguel Huezo, de El Salvador.

Portadas de las cuatro antologías de poesía centroamericana publicadas por Ediciones Perro Azul en 2022: Guatemala; Costa Rica; Nicaragua; y El Salvador. La antología de Honduras se encuentra en proceso de elaboración.
Falta la publicación del tomo de Honduras, curado por Salvador Madrid.
“Desde hace rato venimos pensando con el grupo de personas de la editorial que era oportuno hacer un retrato de la situación actual de la poesía, pero de la poesía como región. Hacer una fotografía de la región centroamericana”, indicó Aguilar.
Un tiempo antes del inicio de la pandemia emprendieron la tarea de seleccionar a los antologadores que trabajaran la poesía desde sus países como gestores culturales y escritores.
Asimismo, que conocieran cuál ha sido su desarrollo en los últimos años. “Esa fue la tarea al principio: seleccionar a quienes desde sus países tienen una mirada independiente y autónoma y han estado involucrados con poetas jóvenes de la región”, enfatizó Aguilar.
Una de las novedades de la colección es, precisamente, esa independencia de los antologadores, ya que la propuesta de la editorial fue apostar por la subjetividad frente al fenómeno de la poesía en sus países.
En Guatemala, Javier Payeras es un activista de la literatura, que ha permanecido en sus años de gestor cultural cerca de la creación y los creadores, muy deslindado de la creación oficial, cuya mirada desde la marginalidad le da un carácter distinto a la antología.
Por su parte, Miguel Huezo en El Salvador tiene una visión particular de la poesía salvadoreña, en la que lo más interesante es la confrontación de esa escritura entre el país como tal y los migrantes en Estados Unidos.
“Creo que no es una particularidad de El Salvador sino de la región también, porque en Honduras y Guatemala pasa algo similar. Hay una creación que se está dando fuera del área y que no ha sido recopilada todavía”, expuso Aguilar.
La visión de Honduras de Salvador Madrid surge de un estudio riguroso de la poesía a partir de los sesentas hasta la actualidad. “En principio se les había pedido cubrir un panorama desde los ochentas, pero para poder comprender lo que sucede actualmente, en el caso de Honduras y Nicaragua se fueron más atrás”.
La edición de Nicaragua fue antologada por Marta Leonor González y Juan Sobalvarro. Como antecedente, Ediciones Perro Azul había elaborado con ambos una antología joven Tico Nica, un compendio de escritores, de los cuales muchos aparecen en el tomo nicaragüense de la colección de 2022. “Ellos dos han estado trabajando muy cerca de los procesos de creación de la poesía en su país”, resumió Aguilar.
Finalmente, a los antologadores del tomo de Costa Rica, Mauricio Molina, Dorde Cuvardic y Gabriela Rojas, se les propuso hacer un mapeo más detallado de la poesía costarricense. Aguilar afirmó que “es un caso particular porque la editorial viene trabajando una colección de poesía desde 2000 y le ha seguido la huella a la gente que propone cosas buenas”.
Producir la colección fue “complicado”, pues le correspondió a Aguilar la coordinación con los antologadores, y fue un proceso lento y pesado, aunque muy enriquecedor. “Fue revisar una cantidad inmensa de material a lo largo de tres años”, puntualizó.
Después de reunir todo el material vino la publicación, y la siguiente pregunta que surgió fue cómo financiarla, por ser tan onerosa la colección. Al final se logró, mediante un proyecto en el marco de los fondos de salvamento literario del Colegio de Costa Rica del Ministerio de Cultura y Juventud.
Al hablar sobre las portadas de la colección y la participación en esta labor de la artista visual Carolina Guillermet visual, Aquilar citó a la curadora e investigadora Clara Aristaraín quien dice: “el vestido de los libros es su portada”.
En ese sentido, Aguilar afirma que la editorial es muy cuidadosa con el diseño y la parte visual de los libros publicados, y explica que la idea con las portadas fue visibilizar las generaciones de la década del ochenta hasta el presente.
“Yo pensé en una propuesta fresca en la gráfica y creo que Carolina, que nos cedió las imágenes, cumple con eso”.
Esa unidad gráfica de la colección lleva a interrogarse sobre si Centroamérica es una región más allá de lo geográfico, una discusión histórica que también conlleva cuestionar la supuesta excepcionalidad costarricense.
¿Realmente nos pensamos como región? “Yo creo que no nos vemos como región y no creamos como región tampoco”, respondió Aguilar.
Sin embargo hace la salvedad de que los poemas giran alrededor de los mismos temas y obsesiones: la muerte, la vida, la guerra, el amor, el dolor de la separación.
Hablar de región se puede a nivel de los embates económicos, políticos y bélicos, pero estéticamente la forma de visualizar el entorno es diversa.
Para Aguilar, la experiencia de la guerra separó a los centroamericanos. “Hay que ser muy claros en que los discursos estéticos son muy distintos, aunque nos separen 45 minutos en avión de San José a Tegucigalpa”, agregó Aguilar.
“La premura que tienen los hondureños y los salvadoreños de salir de su país no existe en Costa Rica; eso hace que la forma de ver el amor, las expectativas de vida, el dolor de la memoria, de la separación, de las fragilidades, sean muy distintas. Pero así son las sociedades: en España funciona igual de una región a otra, que tienen hasta idiomas diferentes”.
Mirada personal
Javier Payeras, Guatemala
La antología es una manera de fijar una percepción propia de la poesía en el siglo 21 a diferencia de lo que opina la mayor parte de la gente.
Creo que la poesía sobrevive a todas esas tendencias, y solamente va a quedar lo que está trabajado con mucho rigor, con mucha paciencia, con mucha humildad, y esos nombres que están ahí son los que encontré cuya poesía aporta, y me refiero con aportar a que no les sobra ni les falta nada a sus versos.
Son posturas auténticas, que pueden mantenerse en el tiempo. La decisión en esta situación es del antologador y su responsabilidad es la mía, verdad. Yo incluyo trabajos y no nombres, esa es mi percepción de la antología. No me adentré mucho en la poesía más reciente y realmente falta.
Me quedo más bien con el trabajo solitario y riguroso de escribir, y que sobreviva lo que deba sobrevivir y que desaparezca lo que debe desaparecer”.
Mauricio Molina, Costa Rica
“Con respecto a la bandera Costa Rica y el juego que hay con el título de la antología Manchas de rojo sobre fondo blanco y azul, hay que considerar primero que esta bandera se puede entender como un símbolo de la supuesta excepcionalidad en relación con el resto de Centroamérica.
Nuestra bandera difiere del resto por el rojo. Podemos interpretar los colores como una intención de considerar la nacionalidad costarricense más cercana a otros ideales y otras regiones geográficas como la europea, para tratar de parecernos a aquel mundo. La intención también es imaginar esos colores de la bandera como una especie de acuarela, en que los colores se difuminan y confunden. Esto podría ser una forma alternativa de entender las nacionalidades, en el sentido de cómo los colores no deberían ser vistos como puros. Así me imagino una Costa Rica abierta al mundo y a la experiencia, con sus particularidades, como las hay en la región que vale la pena también recalcar, profundizar y valorar.
Es importante la idea de la antología para valorar la apertura en el campo de lo poético también. La poesía tiene su propia patria. He hablado con algunas personas que señalan la importancia de que existe una patria de la poesía y que se cristaliza en una comunidad poética y cultural, que se va creando una dinámica en nuestro territorio. La idea de la antología es rescatar un momento de construcción de esa comunidad en que confluyeron personas nacidas aquí, que inmigraron y emigraron y que constituyen estos conceptos porosos de las fronteras, que se difuminan como imaginarios.
Miguel Huezo, El Salvador
“En El Salvador, y probablemente en muchas otras partes, la idea esencialista de la identidad “nacional”, entendida como un conjunto de rasgos que caracterizan a un cuerpo social o a un país, se ha hecho trizas. El Salvador ya no es solo un lugar geográfico, sino también un espacio mental construido por una compleja trama de relaciones interpersonales. En lo que toca a la poesía, que es el punto que nos interesa, el concepto “nacional” se ha vuelto insuficiente para describir o visibilizar la poesía salvadoreña de nuestros días. Un significativo grupo de poetas, nacidos en El Salvador, que emigraron a tierna edad a Estados Unidos, que hablan y escriben en inglés como lengua primaria, siguen teniendo como un punto de referencia existencial la memoria salvadoreña. Estos poetas pertenecen a esa porción de salvadoreños y salvadoreñas que están transformando el país de donde alguna vez escaparon. El dinero llegó desde Estados Unidos en 2021, por ejemplo, superó en unos mil millones de dólares a la riqueza generada por las exportaciones del país. Estas remesas no son un mero asunto transaccional: son expresión de arraigo con sus familias y un poderoso signo de afecto, que tiene efectos en la cultura, en la convivencia, en los gustos, en las expectativas y en la literatura. La poesía salvadoreña de hoy se escribe dentro y fuera de El Salvador, en español e inglés. La muestra que aparece en la antología quiere visibilizar ese efecto”.

Carlos Aguilar, editor de Perro Azul.